El papel potencial del microbioma intestinal en la configuración de la personalidad temprana

8

Las investigaciones emergentes sugieren un vínculo fascinante entre el microbioma intestinal (la compleja comunidad de bacterias que viven en nuestros intestinos) y los primeros rasgos de personalidad. Un estudio reciente encontró que las ratas jóvenes que reciben trasplantes de bacterias intestinales de exuberantes niños pequeños humanos exhiben un comportamiento más exploratorio, lo que sugiere que los ecosistemas microbianos establecidos en la infancia pueden desempeñar un papel clave en la configuración de nuestras tendencias individuales.

Explorando la conexión entre el instinto y la personalidad

Esta investigación se basa en un creciente conjunto de evidencia que vincula el microbioma intestinal con diversos aspectos de nuestra salud, emociones e incluso estado de ánimo. Si bien los científicos han establecido plenamente la causa y el efecto, cada vez hay más pruebas de que la composición de nuestras bacterias intestinales puede influir en nuestro comportamiento. Por ejemplo, los estudios han demostrado que las personas que carecen de ciertos tipos de bacterias intestinales tienen un mayor riesgo de sufrir depresión o ansiedad. Además, los ensayos preliminares con trasplantes fecales (transferencia de bacterias intestinales de una persona a otra) han demostrado potencial para aliviar los síntomas de depresión en humanos e inducir comportamientos similares en modelos animales.

El estudio sobre trasplantes de niños pequeños: un enfoque novedoso

Para investigar más a fondo esta conexión, Anna Aatsinki de la Universidad de Turku en Finlandia y su equipo llevaron a cabo un estudio único que involucró trasplantes de microbioma intestinal de niños pequeños a ratas jóvenes. Los investigadores evaluaron las personalidades de 27 niños pequeños de dos años y medio utilizando evaluaciones de temperamento estándar y observaron sus interacciones con una pistola de burbujas, con el objetivo de identificar diferencias entre niños conductualmente inhibidos y extrovertidos.

Diez niños pequeños fueron juzgados como exuberantes y ocho como inhibidos. El equipo seleccionó a cuatro niños pequeños exuberantes y cuatro inhibidos (divididos equitativamente entre niños y niñas) y recogió muestras de sus heces. Estas muestras fecales, junto con muestras de control, se transfirieron luego a 53 ratas jóvenes cuyos intestinos habían sido previamente limpiados.

Hallazgos: exuberancia vinculada al comportamiento exploratorio

Las ratas que recibieron trasplantes de niños pequeños con rasgos de alta exuberancia mostraron un comportamiento significativamente más exploratorio en comparación con las que recibieron trasplantes de control o las que recibieron bacterias de niños pequeños inhibidos. Un análisis más detallado del tejido cerebral reveló que las ratas que recibieron trasplantes de niños pequeños inhibidos exhibieron una actividad reducida en las neuronas que producen dopamina, una sustancia química cerebral asociada con la recompensa y la asunción de riesgos.

“Este estudio muestra maravillosamente cómo el microbioma intestinal en las primeras etapas de la vida puede ayudar a moldear las tendencias de comportamiento”, señala Harriët Schellekens del University College Cork. “Al transferir la microbiota de los niños a los roedores, los investigadores crean un raro vínculo traslacional entre los microbios, el temperamento humano y la función cerebral”.

Advertencias y direcciones futuras

Si bien los hallazgos son convincentes, los investigadores advierten contra la exageración de la influencia del microbioma intestinal. “En general, los rasgos de temperamento de los adultos están relativamente fuertemente correlacionados con la genética”, explica Aatsinki. “Sin embargo, los factores ambientales, incluido potencialmente el microbioma, podrían influir en la variación de algunos comportamientos”.

Sigue siendo una cuestión abierta si los microbios intestinales son directamente responsables de las diferencias de comportamiento observadas en los niños, o si las interacciones con el medio ambiente (la dieta, por ejemplo) conducen a diferentes comunidades microbianas y cambios de comportamiento posteriores. Se necesitan investigaciones futuras para desentrañar completamente esta compleja interacción entre los genes, el medio ambiente y el microbioma intestinal.

Los hallazgos apuntan hacia una ruta intestino-cerebro que influye en la curiosidad, la recompensa y la motivación a través del sistema de dopamina.

En última instancia, esta investigación destaca la importancia emergente del microbioma intestinal en el desarrollo de la personalidad, abriendo nuevas vías para comprender cómo llegamos a ser quienes somos.